miércoles, 13 de agosto de 2008

De la vida interior o el encuentro con Chole

Existen tres momentos del día que diría que son los más contemplativos, el primero de ellos es cuando te sientas a hacer carita de mono es decir defecas, el segundo de ellos es cuando durante el baño estas todo lleno de jabón y abres la llave de la regadera y esperas que el agua te enjuague y el último de ellos son los minutos exactos antes de caer dormido, y que conste que esto último no es el famoso insomnio. Es en estos momentos donde uno platica consigo mismo, reflexiona acontecimientos, recrea experiencias, vive plenamente lo que llamo “la vida interior”.

Todo hombre durante el transcurso de su vida tiene la obligación moral de cogerse a una gorda y de vivir solo, las dos cosas son primordiales, no crean que son mutuamente excluyentes, aquí hago un paréntesis para darle crédito a mi compadre la lokina por la frase de “cogerse a una gorda”, el punto es que hay que llegar a ese lugar, donde uno se encuentra sin nadie más, donde reside Chole, también conocida como Soledad, y que tiene para nosotros los que nos atrevemos a llegar hasta ahí la cincelada final para lo que será nuestra personalidad, el simple hecho de conocer a soledad no significa nada per se, como cuando sales con una vieja y no te la pisas, aquí lo importante es atreverse con Chole, o al menos desearla, y más aun que ella se enamore de ti, que te desee, para ello debes llevar tu pensamiento e ideas a un nivel superior, ¿superior a qué? Superior a su estado anterior, el conocer a Soledad es un hecho sin parangón en la vida de un ser humano, tu alma, espíritu, mente, pensamiento y vida sufren un cambio radical, no pelees con Chole ella siempre te va a ganar, sedúcela con pasión, con alegría, con ánimo subversivo (esto último le fascina), entretenla, ¿no ves que ella siempre está sola?, si lo logras, ella se va a entregar a ti como la amante más ardiente, como la puta más cara del local y también la más barata (tomar nota de esto), como la estudiante mas aplicada del salón, como la mujer más voluptuosa que puedas imaginar… ah! Pero no te enamores, Soledad no es para ti, ella es para todos, nunca te quedes allí, nunca te quedes con ella, disfrútala, gózala, te va a dar muchas cosas, como siempre le digo a mis amigas ante la duda, PISATELA!, pero una vez satisfecho déjala, abandónala como si la hubieras preñado a los 16 años, como si tuviera sífilis, chancros y gonorrea, como si te hubiera paseado a un cabron enfrente y que además ten por seguro que hará, como si no te hubiera dado las nalgas después de que pagaste el cine y la cena, así, déjala, abandónala, con decoro, elegancia y simpatía, porque no sabes cuándo retornarás a ella, aléjate con una sonrisa y siempre mirándola de frente, ella sabe que te vas, ella sabe que no debes estar ahí, también está viendo la metamorfosis que sufriste, ella esta alegre por que vio llegar a un niño y ahora observa cómo se retira un hombre, ahora tu también lo sabes, y la miras con limpieza y tranquilidad, en este momento los dos lo saben, saben que se volverán a encontrar… y la Santanera, lo sabe, lo sabe!

Hay que aprovechar la eternidad de este momento dado que no solo no pasa muy seguido, sino que esta sociedad y mundo en el que vivimos con tanta tecnología aplicada a las comunicaciones Soledad esta cada vez más lejos y se ha vuelto arisca, cuando la encuentres realiza tu mejor esfuerzo, no la engañes y específicamente no te engañes, no proclames al mundo que estas solo y que aprendiste a vivir con Soledad, no te vayas a confundir con el parto de los montes.

Con varios ademanes horrorosos
Los montes de parir dieron señales;
Consintieron los hombres temerosos
Ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
Infundieron pavor a los mortales,
Estos montes, que al mundo estremecieron,
Un ratoncillo fue lo que parieron.

Hay autores que en voces misteriosas
Estilo fanfarrón y campanudo
Nos anuncian ideas portentosas;
Pero suele a menudo
Ser el gran parto de su pensamiento,
Después de tanto ruido sólo viento

Félix María Samaniego.

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