jueves, 8 de enero de 2009

¡A ti!, si, ¡a ti!, ¡a ti ya te cargo tu madre!

Hay un extraño estado de ánimo que se encuentra justo entre la angustia devoradora y el valemadrismo en su forma más pura, parafraseando al maestro Perez Reverte lo definiré como la dolorosa certeza de que ya te cargo tu madre!

Existe una anécdota del periodo revolucionario que inclusive he visto recreada en alguna película mexicana de las primeras que hicieron en color, si no mal recuerdo fue la tropa de Benjamín Argumedo en alguna de tantas insurrecciones como se estilaban por aquellos días, lo que si recuerdo perfectamente es que fue en la toma de Torreón, un arma de repetición (por que en aquellos ayeres nadie les decía metralleta o ametralladora) de los federales mantenía a raya a las fuerzas rebeldes parapetadas en alguna trinchera improvisada, a cada intento de avanzar el arma de repetición los hacía retroceder, las bajas empezaban a pesar en el ánimo y en el numero de los revolucionarios, la angustia devoradora hacia presa de todos… uno podría pensar que menos de uno… pero realmente era de todos, pero hubo uno al que esa angustia lo llevo a pensar “pos como sea nos van a matar estos mendigos pelones, pos de menos les hago una para que se den gusto”, ya con el pleno valemadrismo en su forma más pura fue a buscar su caballo y en la siguiente embestida de las fuerzas rebeldes lo espoleo con fuerza y vigor varonil en una carrera loca y sin sentido de frente contra las balas, se agarro la reata, ejem! Digo agarro su reata y toma perro que laza la arma de repetición y la arrastra con la fuerza de su caballo… Cualquiera diría que fue un héroe, claro que de haberlo matado pues no pasaría de haber sido un pendejo o ya de jodido un loco, yo lo que digo es que fue un mexicano.

¿Qué fue lo que hicieron los niños héroes? ¿El tan traído y llevado “Pípila”?, exista o no, pos ser mexicanos en toda la extensión de la palabra, por donde miremos nos están jodiendo la vida, nos jode el gobierno, nos jode la policía, nos joden los políticos que son sangre de nuestra sangre, me cae y si no me creen dense una vuelta por cualquier legislatura y verán como nuestros diputados y diputadas son bien pueblo, pos esos nos están jodiendo, nos joden las autoridades, nos jode la tenencia, nos jode la mercadotecnia, nos joden los precios, nos jode el coyote, nos jode la familia, nos jode la balanza comercial, ¡a mí! ¡a él! ¡a ellos! ¡a nosotros! ¡A ti! Si, ¡a ti! ¡a ti ya te cargo tu madre!

He leído por ahí que la salvación de los condenados radica precisamente en no tener ninguna esperanza, el aire fatalista nos viene de familia, del más rancio abolengo revolucionario, no hay más que hacer, no hay de otra, en este país el que no trabaja no traga, el levantarse todos los días e ir a trabajar no es sumisión, no es expectativa de un futuro brillante, es la más absoluta y deplorable angustia devoradora, el valemadrismo de hacer lo que hay que hacer porque no hay otra opción.

Este es justo mi estado de ánimo, ese que se encuentra entre la angustia devoradora y el valemadrismo en su forma más pura, ¡A mí! Si, ¡a mí!, ¡a mí ya me cargo mi madre!

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